Cien kilómetros por encima de la superficie terrestre se encuentra una frontera invisible: el borde del espacio. Se trata de la Línea de Karman, el límite entre la atmósfera de nuestro planeta y lo que hay más allá. ¿Qué hace falta para cruzar esa línea?
Lanzar cargas útiles al espacio es una tarea muy difícil, históricamente los lanzamientos de cohetes son las proverbiales 'espadas en arados' Misiles diseñados para transportar cabezas atómicas ahora envían satélites y sondas al sistema solar. Irónicamente, es una de las pocas hazañas de la Humanidad que no se dan en la naturaleza.
La Estación Espacial Internacional es sin duda la joya de la corona de la órbita terrestre baja: puesto de observación, laboratorio de investigación y aula. Sin embargo, hay muchos otros activos en órbita alrededor de la Tierra que son aún más importantes para nuestra vida cotidiana: comunicaciones, observación meteorológica, posicionamiento global y gestión de recursos... la lista crece año tras año.
Nuestra naturaleza marinera se ha trasladado bien a la era espacial, tratando de navegar hacia lo desconocido en busca de riquezas de uno u otro tipo. Mientras Europa y Asia mantienen su interés por la Luna, rica en recursos, Estados Unidos y la NASA han puesto sus miras nada menos que en misiones tripuladas a Marte. ¿Serán capaces de ir de costa a costa en el más peligroso de los mares desconocidos, el espacio profundo?
Mientras los últimos éxitos y fracasos se suceden, Marte sigue desvelando sus secretos. Nubes invisibles se revelan con luz ultravioleta y la búsqueda de la fuente de metano continúa con ExoMars. Mientras nos preparamos para el aterrizaje de los humanos en el planeta rojo, llegar es una cosa; permanecer a largo plazo es otra, ¿podemos realmente conquistar este planeta?
Nuestro sistema solar es inmenso, desde nuestra propia estrella el Sol hasta la Tierra hay casi 150 millones de kilómetros o 1 Unidad Astronómica. Júpiter está a 5,2 UA y Plutón a 48 UA, y el sistema solar se extiende mucho más allá, hasta el espacio interestelar. Nosotros, los humanos, aún no podemos viajar a esa distancia, pero sí podemos enviar robots y sondas en nuestro lugar, y los resultados son asombrosos.
A menudo se plantea la cuestión de si el coste de la exploración espacial merece realmente la pena. ¿Podría invertirse mejor el dinero en otra cosa? De ser así, un programa espacial tendría que seguir existiendo. El programa de defensa planetaria, para localizar, identificar y desviar un asteroide caprichoso que impacte contra la Tierra y destruya nuestra civilización, ya que, según el último recuento, había 15.000 posibles candidatos peligrosos cerca de la Tierra.
Para ser un instrumento desarrollado en el siglo XVII, el telescopio ha recorrido un largo camino. La última versión del otrora humilde telescopio llegará mucho más lejos, acercándonos cada vez más a la primera luz que bañó el Universo en el que vivimos.
Las estrellas son un poco como los seres humanos. Pueden ser cálidas o frías, tienen todo tipo de formas y tamaños... y, admitámoslo, pueden ser tenues o brillantes. Según recientes descubrimientos, sólo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay más de 200.000 millones de estrellas. ¿Qué son estos ciudadanos del cielo nocturno?
Quizás aquel político americano tenía razón. Hay cosas que sabemos que no sabemos. Por ejemplo, cosmológicamente hablando, sabemos que no sabemos mucho -y desde luego no lo suficiente- sobre dos de los misterios perdurables del Universo. No es de extrañar que los científicos dediquen tanta materia gris y energía a averiguar todo lo que puedan.
